sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Qué pretendo recordar?


No, no, no, no, no, no, no y no; no es justo. Estoy cansado de golpear a mi cama brutalmente. Empapada por mis lágrimas, preguntándole a ella preguntas sin respuesta. Un recuerdo me viene a la memoria, como un golpe directo al alma. Después del brutal zarandeo de recuerdos, soy yo el que deja de golpear, quizás estoy sin fuerzas. Aunque tal vez sea una respuesta. ¿Quizás debo hacer como Jesucristo? Que me golpeen en una mejilla, y poner la otra... Naah, eso no va conmigo. Pero cierto es, que pese a mi eterna fuente de juventud, me apago, dejando ya de ver, mis últimos momentos. ¿Quizás los últimos momentos de mi viejo ser? Tal vez. 
Conseguiré ser alguien diferente, me llevará tiempo, pero se conseguirá, cuando muera, quién sabe.
La llama del deseo se apaga, y se acabará la existencia, y seguirá siendo eso, un deseo. Un deseo que será como un recuerdo; solo que un recuerdo ya ha sido parte de la existencia, y el deseo simplemente será eso, un deseo, sin fecha ni nombre. 
Mi reminiscencia me motiva a seguir escribiendo y al mismo tiempo, me dificulta, ya que a cada tecla que pico, el recuerdo me bloquea los músculos, del mismo modo que me bloquea la esencia de sentir, y al mismo tiempo, de vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario